víctimas del terremoto

Dolor en funeral de las víctimas del terremoto

El pequeño féretro blanco de un niño sobre el ataúd de la madre fue una de las imágenes más desgarradoras de los funerales con los que la ciudad italiana de L´Aquila se despidió de los 289 muertos por el sismo.

Una imagen multiplicada por cinco. Cinco fueron los niños cuyos ataudes reposaban sobre los de sus madres.

Bajo un sol insolente, miles de personas abrazaron y acariciaron los féretros donde reposaban sus seres queridos antes de que los voluntarios de la protección civil los separasen delicadamente, consolándolos.

Sacerdotes, monjas, seminaristas, muchos pertenecientes a congregaciones con sede en esa región del centro de Italia, ayudaron a reconfortar a los familiares.

Un señor se arrodillaba con un bebé en los brazos ante un féretro y le hacía tocar con la manita la madera en señal de adiós.

Al lado del pequeño ramo de orquídeas depositado por las autoridades sobre cada ataúd, en el que aparecía escrito el nombre del fallecido en una hoja de papel blanco, había enorme coronas de flores enviadas por los familiares.

La ceremonia tuvo lugar en el patio de la escuela militar de la Guardia de Finanzas, a unos 6 kilómetros de L´Aquila.

«No podía faltar en un momento tan difícil, llegué desde Macerata (centro), para expresar mi solidaridad a las víctimas. Desgraciadamente este será un Viernes Santo especial para la gente de aquí», explicó a la AFP el sacerdote Felice Prosperi.

La ceremonia sobria e intensa, a la que asistieron las mayores autoridades del país y presidida por el Secretario de Estado del Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone, se vio marcada por los largos y tristes minutos de silencio.

«He perdido amigos, colegas, vecinos, mucha gente que conocía desapareció. Esto es una tragedia», comenta a la prensa e
l alcalde de L´Aquila, Massimo Caliente, visiblemente agotado y conmovido.

La mayoría de los familiares se niega a hablar con los medios de comunicación.

Las palabras del papa Benedicto XVI, leídas por su secretario personal, monseñor Georg Gaenswein, en las que ofrece «fraterna solidaridad», les invitan a construir «un futuro», a «mantener la esperanza» y a «volver a comenzar».

El gran sismo que destruyó el casco medieval de L´Aquila arrasó también pueblitos antiguos de las cercanías, de donde llegan numerosos allegados, como de Onna, epicentro del terremoto.

AFP

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