océano salado en las profundidades de una luna de Saturno

Encélado, una de las lunas heladas de Saturno, oculta bajo la superficie de su polo sur un océano salado, según científicos alemanes y británicos, que publican su hallazgo en la revista Nature. Para los científicos, este descubrimiento puede tener implicaciones en la búsqueda de vida extraterrestre y en la comprensión de la formación de las lunas planetarias.
Juergen Schmidt, de la universidad alemana de Potsdam, y Nikolai Brilliantov, de la universidad británica de Leicester, llegaron a esta conclusión tras estudiar los géiseres de vapor y gas y las minúsculas partículas de hielo lanzados desde el polo sur de Encélado a cientos de kilómetros en el espacio.
La sonda Cassini descubrió los sorprendentes chorros en 2005 durante su exploración de Saturno. Con la ayuda de la Universidad alemana de Heidelberg y del también alemán instituto Max Planck de física nuclear, los científicos realizaron experimentos de laboratorio y analizaron los datos procedentes del Analizador de Polvo Cósmico de Cassini.

Sales de sodio

De esta forma, confirmaron que las partículas heladas expulsadas por Encélado contienen cantidades sustanciales de sales de sodio, «lo que sugiere la presencia de un océano salado a gran profundidad». El estudio indica también que la concentración de cloruro sódico en ese océano puede ser tan elevada como la de los océanos en la Tierra.
Esta es la primera prueba experimental directa de la existencia de este océano salado, al que Schmidt y Brilliantov ya se refirieron en otro artículo en Nature en 2008 al explicar que los chorros de vapor eran expulsados con mayor fuerza que las partículas de polvo. Esa fuerza implica la existencia de agua líquida bajo la superficie, y las teorías sobre la formación de satélites sugieren que cuando un océano líquido está en contacto durante millones de años con el núcleo rocoso de una luna se trata de un océano salado.
Encélado es uno de tres únicos cuerpos extraterrestres en el sistema solar en el que se producen erupciones de polvo y vapor, y es uno de los pocos lugares, aparte de la Tierra, Marte y la luna Europa, de Júpiter, donde los astrónomos tienen pruebas directas de la presencia de agua.

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