Günter Grass
(Danzig, actualmente Gdansk, Polonia, 1927) Escritor alemán cuya obra narrativa reflexionó ácidamente sobre la historia de su país y la sujeción del individuo a las ideologías imperantes. En 1999 recibió el Premio Nobel de Literatura «por su forma de descubrir y recrear el rostro olvidado de la historia».
Günter Grass
De origen alemán por parte de padre y polaco por el lado materno, militó en su adolescencia en las Juventudes Hitlerianas y fue llamado a filas en 1944, hecho prisionero por los americanos y liberado en 1946. Tras desempeñar diversos trabajos y oficios (bracero agrícola, picapedrero), ingresó en la Escuela de bellas Artes de Düsseldorf para seguir cursos de escultura, que luego continuaría en Berlín. En sus inicios cultivó paralelamente la creación plástica (escultura y artes gráficas) y la literaria en las vertientes poética y dramática, componiendo piezas como Faltan diez minutos para Buffalo (1957) Inundación (1957) y Tío, tío (1958).
Fue sin embargo la narrativa, en la que se concentró a partir de 1958, la que lo lanzó a la fama con El tambor de hojalata (1959), primera de las novelas que integran la denominada «trilogía de Danzig». La obra tuvo una enorme resonancia, generó una gran polémica literaria y cimentó el renombre del autor. En ella, como en las otras dos (El gato y el ratón y Años de perro), su ciudad natal constituye el telón de fondo ante el cual se desarrolla la historia del protagonista, Oskar Matzerath, un enano que deambula permanentemente acompañado de un diminuto tambor, a cuyos redobles va evocando un animado fresco de la pequeña burguesía alemana entre 1930 y 1950.
Internado en una institución psiquiátrica, Oskar Matzerath narra su vida desde el comienzo. Esta narración se intercala con un diario que escribe en su reclusión y que abarca de 1952 a 1954. El personaje no ha crecido desde los tres años a causa de un accidente provocado con objeto, precisamente, de detener su crecimiento. En cambio, maduró intelectualmente cuando aún se hallaba en estado embrionario. Esta disparatada peculiaridad le permite ver con toda claridad lo que le rodea, pero sin participar en nada, en una auténtica relativización de la propia realidad. Desde su singularísima situación, Oskar evoca su infancia en Danzig, donde su madre y el marido de ésta regentaban una tienda de comestibles. Con ellos convivía un primo, de origen polaco, que formaba con el matrimonio un ménage à trois.
Llegó después la ascensión del nazismo, y el pequeño Oskar se dedicaba a perturbar los desfiles de los camisas pardas tocando su tambor de hojalata. Después de empujar al primo polaco a la muerte durante el asedio de la oficina de correos, se integró en una troupe de enanos que, durante la guerra, hacían números de circo para entretener a los soldados. De regreso en Danzig, y en el momento en que el Ejército Rojo se disponía a tomar la ciudad, consiguió que su padrastro muriese asfixiado al obligarle a tragarse una insignia nazi.
El lenguaje de Grass es como una pirotecnia de truculencias, pastiches estilísticos, juegos de palabras y descripciones llenas de dramatismo y no ajenas a ciertas evocaciones simbólicas. Völker Schlöndorff realizó en 1979 una película basada en esta novela. La labor de desenmascaramiento es llevada a cabo desde una perspectiva de ingenua intrepidez, que opera totalmente al margen de cualquier ideología o tendencia moralizadora y pone en marcha una amplísima gama de recursos estilísticos y compositivos.
El tono satírico-grotesco predomina también en El gato y el ratón (1961), a la que sigue Años de perro (1963), donde la historia política de Alemania en el segundo cuarto de siglo sirve, una vez más, de marco referencial a los avatares y conflictos de una relación entre dos amigos de infancia. Después del estreno y la publicación en Berlín del drama Los plebeyos ensayan la rebelión (1966), en el que se pone en entredicho la postura del dramaturgo Bertolt Brecht en relación levantamiento antiestalinista del 17 de junio de 1953 en Berlín oriental, publicó las novelas Anestesia local (1969), cuya versión teatral resumida apareció ese mismo año con el título de Antes, y Diario de un caracol (1972), que reflejan la intensa actividad política del escritor en las filas de la socialdemocracia alemana.
En El rodaballo (1977), acaso la más ambiciosa de sus creaciones novelísticas, recurre al mito y a la historia para plantear una parábola de la condición humana y de la relación hombre-mujer que contiene, además, una historia del arte culinario y una aguda sátira del feminismo. La obra se compone de nueve capítulos correspondientes a los de la gestación. Una mujer es la protagonista de cada capítulo, que se desarrolla en distintas épocas de la historia y tiene como hilo conductor la alimentación humana desde la época de las cavernas a nuestros días, otorgando a las conquistas culinarias mayor trascendencia que a las guerras y a los episodios consignados en las historias convencionales.
El protagonista que subyace al conjunto de la narración es el rodaballo, y el punto de partida de la inspiración es un cuento sobre ese pez del autor romántico Philipp Otto Runge. Capturado en la edad de la piedra, el rodaballo promete al pescador que si lo suelta le ayudará a liberarse del matriarcado imperante. De ahí deriva la concepción viril de la historia, hecha de imposición del poder y de sumisión de la realidad a la elucubración que desemboca en el totalitarismo, nutrido por invenciones tales como Dios, el progreso o la revolución. El libro de cocina es el verdadero texto de historia, el que recoge la estricta realidad y los progresos y conquistas del género humano, porque el hombre, más que un animal racional, es un animal, el único, capaz de cocinar. En nuestra época, el rodaballo es capturado de nuevo, pero esta vez por tres feministas a las que promete, si lo sueltan, apoyar su causa. Pero ellas no lo liberan y le organizan un juicio, con lo que el curso de la historia no se invertirá, y a los excesos del predominio viril no sucederán excesos por parte del sexo opuesto.
Günter Grass publicó posteriormente, entre otros títulos, el relato Encuentro en Telgte (1979), evocación de su actividad dentro del «Grupo 47» y de la figura de Hans Werner Richter, ambientada durante la guerra de los Treinta Años, y las novelas Partos mentales o los alemanes se extinguen (1980) y La ratesa (1986), melancólica prefiguración del fin de la Humanidad en un holocausto atómico del que sólo se salvarían las ratas.
En 1978 apareció Escarmientos, libro que reúne sus discursos y escritos políticos, y dos años después se editaron sus Ensayos sobre literatura 1957-79. Entre sus últimas obras cabe citar Alemania, una unificación insensata (1990); la novela Malos presagios (1992); Cuatro decenios (1992); Es cuento largo (1995), libro muy crítico acerca del proceso de la reunificación alemana, y Mi siglo, colección de cien relatos (uno por cada año del siglo) publicada en 1999, año en que fue doblemente galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y con el Premio Nobel de Literatura.
En 2002 publicó A paso de cangrejo, nueva narración sobre la Alemania de la Segunda Guerra Mundial que abordaba el sufrimiento de los alemanes a través del relato del hundimiento de la embarcación Wilhelm-Gustloff en 1945, en el mar Báltico. En 2006 vieron la luz el poemario Lírico botín, que recoge la producción poética de los cincuenta años anteriores del autor, y la narración autobiográfica Pelando la cebolla, en la que Grass hizo pública su condición de miembro de las SS durante su primera juventud. La noticia desató ríos de tinta en todo el mundo, pero especialmente en su país de origen, en el que no faltaron las voces que reclamaron la renuncia del escritor a su Nobel. Grass tuvo que salir al paso pidiendo perdón por su «pecado de juventud», mientras que sus defensores esgrimieron su continua dedicación a la causa antibelicista y a la denuncia de los desmanes y horrores provocados por la guerra.
Socialdemócrata convencido, Günter Grass no ha evitado nunca salir a la primera línea del debate público para defender sus puntos de vista. Así, criticó la reunificación alemana por considerarla demasiado acelerada y traumática para la República Democrática Alemana, y no ha dejado nunca de defender los derechos de las minorías en su país. En su momento, fue un defensor del movimiento sandinista. Crítico con el capitalismo, no pierde ocasión de señalar su íntima injusticia y, en su opinión, la reducción que opera en las formas sociales de experiencia del mundo y de relación entre las personas.